TRANSFORMAR, INNOVAR, IMPULSAR: VENDER
Tengo coche. Vale, ya tiene sus años pero aún me lleva y me trae a los sitios. Espero que lo siga haciendo una temporada más. Y me pregunto: ¿qué es lo que me importa más de mi coche, aquello que tendría que cuidar más para que no me deje tirado un día de estos?
– ¿Los neumáticos? Al fin y al cabo, y como decía Camarón, “rodando voy, rodando vengo”.
– ¿El motor? Sin máquina no hay movimiento.
– ¿La gasolina? Empujar no es una opción.
Un momento, pongámonos en el lugar del coche y hagámosle a él la pregunta: ¿qué es lo que más te importa a ti?
Y el coche no tarda en contestar, lo tiene claro: dice que soy yo. Primero, porque soy yo quien le revisa los neumáticos, quien le mantiene el motor y quien le llena el depósito, y segundo y sobre todo, porque soy yo quien le da sentido. Sin mí solo sería un conjunto inútil de tuercas y hierros cogiendo polvo en un rincón del garaje; es más, ni siquiera se habría fabricado si no fuera para llevar a alguien de un sitio a otro.
Y es que la persona suele estar en el centro de casi todo, y mucho más de aquello que ella misma crea y pone en marcha, lo mismo en un vehículo que en una gran organización, una Pyme, una startup… Y estas personas aportan su visión y su trabajo para, más allá de responder a lo que les demanda el entorno, anticiparse a lo que está por venir.
Goyo Jiménez (actor y monologuista) tiene por costumbre incluir en sus actuaciones una frase que le identifica: “No lo cuento, lo hago”, lo que le ayuda a introducir la parte de humor no verbal en sus actuaciones. Esa frase, que es un recurso más para Goyo, es un imperativo para aquel que, en su organización, necesita responder, adaptarse y anticiparse al entorno que le exige conductas de éxito.
¡Caramba, conductas de éxito…! ¿Y qué es eso? Simplemente aquellas que resuelven problemas o que los evitan, aquellas que hacen más fácil y nos llevan a alcanzar resultados. Hemos llamado a esa habilidad para aplicar con éxito estas conductas microcompetencia.
Cada situación y cada persona piden usar una microcompetencia concreta, que sirve para unos pero no para otros, que sea útil en este momento pero no más tarde. ¿Habría ganado Julio César en las Navas de Tolosa? ¿A qué se habría dedicado Torquemada en el París de la Ilustración?
Las microcompetencias se convierten en las conductas que pueden explicar un éxito empresarial en un altísimo porcentaje, más aún en el caso de un emprendedor, que se mueve en un entorno mucho más incierto. Su aprendizaje implica no tanto conocer cómo actuar, poner en práctica tus comportamientos porque sabes cuáles son y qué vas a obtener con ellos.
Solemos identificar al empresario de éxito por sus logros, y dedicamos mucho tiempo a investigar y estudiar qué hizo para llegar ahí: Que decisiones tomó, cómo afrontó el entorno competitivo, qué diseño eligió, a que socios vinculó…pero lo que no hacemos es identificar qué actuaciones concretas puso en práctica en un momento dado y ante una situación concreta para llevar a cabo su proyecto: Qué dijo, como lo dijo, a quien, en qué momento, cómo reaccionó…pequeños detalles, conductas muy concretas, que combinadas consiguieron afrontar con éxito cada escenario, cada situación…
Aprender estas microcompetencias se convierte en objetivo estratégico cuando la capacidad de anticipación y respuesta que nos aportan se convierte en crítica para nuestro éxito. Si quieres aprender más al respecto no te pierdas mi conferencia “Microcompetencias en la gestión de la pyme: cómo mejorar los aspectos clave del día a día empresarial” el 16 de febrero en la Sala Consolida tu negocio del Salón MiEmpresa.